Los años 30 se viven en el Teatro Cuyás en forma de "Cabaret" - Crítica
En la noche del 23 de junio, cuando media ciudad estaba en la Playa de las Canteras disfrutando de los fuegos de San Juan, el Teatro Cuyás acogió el opening de Cabaret y, los valientes que acudimos al mismo, no pudimos ser más afortunados de vivir una representación apoteósica en todos los sentidos y, que paso a describirles a continuación.
De Cabaret como obra clave en la historia del género musical, poco puedo añadir a los cientos de artículos que se han escrito o, visiones de las millones de personas que la han visto. Lo que sí puedo aportar en estas líneas es lo que esta representación en una gira, que conmemora el 50º aniversario de la obra, aporta a los que ya habíamos visto la representación, bien en Madrid, o bien en Las Palmas de Gran Canaria, dentro del propio Teatro Cuyás, hace unos cuantos años ya. Y lo que quiero destacar, para empezar, es que lo más grandioso de esta obra, nace en los primeros acordes que suenan en una orquesta que parece nacida directamente para interpretar esta Banda Sonora, inmortal en la historia de los amantes del género en todas sus facetas, teatral y cinematográfica.
A partir de ahí, contamos con un escenario donde se ha cuidado hasta el más mínimo detalle, desde los diferentes escenarios que suben y bajan del techo, o vienen desde lo más profundo del escenario, pasando por el vestuario de los artistas y su orquesta, para terminar con el maquillaje de cada uno de ellos, directamente te hacen sentir que has cruzado una puerta del tiempo y logran que te encuentres de lleno en la época previa al inicio de la 2ªGuerra Mundial. Qué añadir que no se haya dicho ya sobre los temas de esta inmortal obra, quien no ha tarareado alguna vez ese Money Money, no haya cantado el Cabaret o, no haya dado la bienvenida a alguien en forma de Willkommen, lo que sí hay que reconocer es que en esta ocasión, todos los medios técnicos se han puesto a disposición de que todos y cada uno de los espectadores que acudan al Teatro Cuyás, sientan la música vibrar en su cuerpo, de principio a final.
Esta representación de Cabaret, inmersa en su gira 50º aniversario, es quizás una de las más logradas en la historia del Teatro Musical tal cual concebimos como género, en la historia de nuestro país. Impresionante la calidad de su banda, redonda su dirección y majestuosas muchas de sus interpretaciones, este Cabaret mantiene en su esencia el espíritu original del libreto, enamorará tanto a los que se acerquen por primera vez a esta obra, como a aquellos que ya la hemos visto en multitud de ocasiones, algo que realza el valor de lo conseguido en esta ocasión.
Cuando el que quizás sea el director español de musicales más prestigioso del mercado como es Jaime Azpilicueta, se mete de lleno en un libreto como este, consigue que el resultado sea asombroso en toda la acepción de la palabra. Actual pero respetuoso con la historia, resaltando los momentos de drama, comedia y música como sólo los grandes pueden hacerlo, yendo en un in crescendo constante, y, sobre todo, acertando en la elección de cada uno de sus actores, hace de esta representación, quizás la más redonda de las vistas hasta ahora en nuestro país y, eso es mucho decir ya que grandes actores han pasado por sus tablas, viniéndome a la mente ahora mismo los grandísimos Asier Etxeandia o la propia Natalia Millán. Pero en cuanto a interpretaciones, quiero hacer un aparte en varios de los intérpretes de esta representación, queriendo comenzar la misma por parte de su elenco, señoriales Álvaro Puertas como Schultz y Amparo Saizar como Schneider, imprimen ternura, credibilidad y talento a cada una de sus escenas, juntos y por separados. Majestuoso Victor Díaz, uno de los grandísimos talentos de nuestro país, con más de 30 años sobre las tablas y que aparte de haber sido uno de los Jaberts en Los Miserables, cantado al lado de Paloma San Basilio en My Fair Lady o, triunfar en las tablas de Japón año tras año llevando nuestra música por todo el país oriental, logra que su Ernst impacte en el espectador con muy pocas escenas en las tablas, pero demostrando en ellas el gran actor que lleva dentro y, cuando le toca cantar, llevarse por delante con su voz a todo el patio de butacas del teatro. Alejandro Tous cumple con creces interpretando a Cliff, personaje, que sirve de nexo de unión por el que circulan todos los protagonistas de la obra. A su lado, genial, divertidos y cómplices todo el elenco general de la obra, incluida aquí la orquesta, que juega tanto con los actores como con el público.
Y ahora llega lo que para mí es la guinda del pastel, ese postre perfecto cuando la comida ha estado sublime, o el plato especial que todo restaurante tiene en su carta y que hace del mismo una visita obligada al lugar. Permítanme este símil gastronómico y, antes que nada, destacar que el intérprete principal del personaje de Emcee (maestro de ceremonias de Cabaret), Armando Pita, profesional de larga trayectoria y categoría contrastada, libró en esta función a la que acudí. Pero lo que podía ser una tristeza por no verlo, se convirtió con todos los respetos, en una alegría desmedida y absoluta por lo que pude vivir con mis propios ojos y, eso no es otra cosa, que poder comprobar como un grancanario de nacimiento, al que el Teatro Cuyás vio nacer profesionalmente y, que siempre tiene a su tierra en el corazón, logra hacer suyo en cuerpo y alma a este personaje inmortal para todos los amantes del musical en mayúsculas, su nombre, José Carlos Campos. Travieso, divertido, potente, encantador, desgarrador y, sobre todo, cómplice de cada uno de los personajes que están en el recinto, tanto dentro como fuera del escenario, logra que su actuación te haga reír a carcajadas, pasando a la emoción y, terminando con la desgarradura del corazón que despide su última escena, absolutamente sublime y, que orgullosos podemos estar en Gran Canaria de tener un talentazo de este calibre viajando por toda España, como le dije al terminar la obra, tu Emcee está a la altura del de Asier Etxeandia, persona que “nació” para interpretarlo, con eso les digo todo y no les digo nada. Y termino con Sally Bowles, sí, repito, termino con Sally Bowles, porque es ella, ese personaje inmortal que han interpretado actrices como Liza Minelli o Natalia Millán, cada una de características diferentes, pero a las que Cristina Castaño logra hacer olvidar justo desde el momento en el que pisa la escena. Guapa, divertida, elegante, camaleónica, dramática y, sobre todo, M A J E S T U O S A en su interpretación del tema Cabaret, hace de su actuación todo un ejercicio de profesionalidad que, cautiva al espectador enamorándose de ella en un principio para terminar compadeciéndose de su suerte como si fuera un miembro de su familia. Esa escena final con Cliff, resume toda una vida y, avanza lo que les pasaría después sin necesidad de mostrarlo, simplemente inolvidable como Sally, la próxima actriz que dentro de unos años tenga que retomar el papel, lo va a tener tremendamente complicado, porque Cristina Castaño no ha interpretado a Sally Bowles, simplemente se ha convertido en SALLY BOWLES.
Debemos de sentirnos tremendamente orgullosos y felices, que un montaje de esta envergadura, traido a Las Palmas de Gran Canaria por SOM Produce y, con un significado tan especial como es el cierre de una gira, haya llegado de esta forma, sin escatimar esfuerzos ni medios, convirtiendo el Teatro Cuyás en el Kit Kat Klub del Berlín de los años 30 y, que como bien dice la representación, dando fe a que lo consigue, no pierdan la oportunidad de venir porque vale muy mucho la pena y, “Dejen sus problemas afuera. Aquí la vida es divinia, Willkommen to Cabaret”. Si quieren escuchar a Cristina y José Carlos, pueden darle al play a este programa de Radio Marca Gran Canaria, donde hablamos con ellos horas antes del estreno y, si quieren ver un vídeo con el número íntegro del Willkomen, entren al Facebook de Adictos al Espectáculo y, déjense llevar por CABARET…..
