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2007 alejandro-tous.es

Críticas a la película tras su preestreno en Madrid

Una fe pop

Artista de la videocreación de largo recorrido, el uruguayo afincado en España Martín Sastre abrió su discurso construyendo un personaje de sí mismo a partir de materiales reciclados y la inspiración rosa del canal E! Entertainment en la pieza The E! True Hollywood Story! (2000). Desde entonces, su obra ha jugado al choque de iconos pop con un discurso político centrado en los márgenes de la globalización.

Miss Tacuarembó, su explosivo primer largo -adaptación de una novela de otro agitador: Daniel Umpi-, es un excéntrico musical católico y gozosamente kitsch que prolonga su discurso en el terreno del arte. De hecho, el punto de partida del proyecto es una pregunta que podría haber encabezado una de sus video-creaciones: ¿Qué pasaría si Madonna hubiese nacido en Uruguay?

Cristo Park, una reducción satírica del parque temático bonaerense Tierra Santa, es el escenario del climático ritual de auto-afirmación de su protagonista, una Natalia Oreiro tan creyente en la telenovela Cristal como en un Jesucristo bailón. El Mesías de una teología privada capaz de formar una tonificante chorus line con un grupo de monjas: la escena podría ponerle los dientes muy largos al mismísimo Mel Brooks. La emisión de un reality presentado por Rossy de Palma actúa como desencadenante de un caleidoscopio de recuerdos que culminará en espectaculares estallidos de justicia divina.

En su paso por el festival de Málaga, la película suscitó la polémica entre los afectos al integrismo de sotana: equivocaron su objetivo, porque, lejos de la feroz iconoclastia de Buñuel, esta comedia tan luminosa como heterodoxa, comparable a la irrepetible Fotos (1996) de Elio Quiroga, es, sin lugar a dudas, la obra de un creyente... en el poder redentor de las canciones de Flashdance, los temas de Parchís y los culebrones y en el universal derecho a la fama, entre muchas otras cosas.

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/cine[....]pepuculcin/20110513elpepicin_10/Tes

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Miss Tacuarembó es de esas películas imposibles de clasificar. Primero porque se mueve en el terreno del musical y de la comedia, pero no se queda en ninguno de los dos, y segundo porque está narrada en tres estados temporales a los que el director nos obliga a saltar de forma un tanto arbitraria.

Adaptación de la novela homónima del singular artista uruguayo Dani Umpi –músico, escritor, dibujante y performance– , la película intenta aproximarse a las ambiciones musicales de la joven Natalia que, acompañada siempre por su mejor amigo Carlos, se debate entre la devoción a Jesucristo –a quien culpa de la llegada de la televisión en color a su hogar- y sus fascinación por ídolos de la canción tan divergentes como pueden ser Madonna o Parchís. La puesta en escena de Miss Tacuarembó se mueve entre el mundo naif de su protagonista –trabaja en un parque temático consagrado al culto católico llamado Cristo Park– y la irregularidad de un guión que salta de etapa en etapa y de momento en momento creando una confusión que terminar por lastrar a la propia película.

Martín Sastre, director y guionista que debuta con este largo, ha elegido quizá el camino más difícil, intentar adaptar los mundos tan singularmente extravagantes y personales de Dani Umpi. El resultado disfruta y padece al mismo tiempo de esa complicada conjugación kistch que es fundir en un solo producto un universo pop tan sumamente variado: desde la ingenua visión del catolicismo, pasando por la inspiración musical ochentera –en la que el Flashdance de Irene Cara ocupa una parte fundamental– y terminando en la mitificación de las telenovelas, encarnada aquí en Jannette Rodríguez, protagonista de Cristal y de la que la Natalia de la película adopta su nombre artístico.

Divertida por momentos, Miss Tacuarembó se entiende más como una serie de postales irregulares que como producto completo. Su protagonista, Natalia Oreiro, que además da vida a otro de los personajes de la historia, encaja perfectamente en este extraño papel. Entre sus protagonistas la presencia de una estilizada Rossy de Palma y del también español Alejandro Tous.

Recomendada: para fanáticos melancólicos de SuperPop y para los amantes del universo naif musical de Dani Umpi.

Fuente: http://www.premierediario.com/pelicula/item/1012-miss-tacuaremb%C3%B3

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Bizarra, paródica y desenfrenada revisión.

'What a feeling!', no el de Irene Cara, que también, sino el que se te queda después de ver Miss Tacuarembó. El primer filme del videoartista uruguayo Martín Sastre es una celebración del petardeo ochentero en todo su horterismo intrínseco ya desde la misma tipografía del cartel, cien por cien PorkyŽs. Vamos allá: muñequeras para repetir las coreografías de Flashdance (su argumento, una chica que sueña con triunfar en el mundo del espectáculo, es también el de Miss Tacuarembó), un cabritillo llamado Madonna, videoclips retro, flashbacks a la infancia como fotos a lo presentación de Power Point, un reality show llamado 'Todo por un sueño' (con Rossy de Palma haciendo las veces de la Gemio en todomedaigualochoqueochenta), homenajes a los Parchís (mira qué lejos llegaron), y sobre todo, la aparición estelar de la única mujer capaz de entonar frases de la categoría de "Mira, búscate a otra que le guste la decoración africana", la insuperable Jeannette Rodríguez, la inimitable Cristal.

La intención de pitorreo de Miss Tacuarembó es evidente, así como su vocación paródica y desvergonzada, y en su bizarra y desenfrenada revisión consigue las carcajadas que busca. Pero el cuerpo extraño queda después, ese feeling que es un no sé qué, y que quizás venga de que tanto las telenovelas, como los realities, y Flashdance y Luis Alfredo, ya eran (aunque no lo supiesen) parodias de sí mismas. Nada que no se resuelva con un último número musical protagonizado por Jesucristo cantando "en Roma soy una divinidad, yo me veía toda mi vida en la carpintería con papá". ¡Brian, ve bajándote de la cruz!

ANDREA G. BERMEJO

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Miss Tacuarembó

El primer largometraje del uruguayo Martín Sastre es una comedia que pretende pitorrearse del horterismo ochentero. Cristal, su protagonista, no se rinde en la persecución de su sueño vital, ser famosa. Entre este elenco disparatado encontramos a Rossy de Palma como presentadora de un histriónico programa de televisión. La podemos ver desde mañana en los cines españoles.

Miss Tacuarembó es una película basada en la novela homónima del músico uruguayo Dani Umpi. Este artista, surgido del llamado underground rioplatense, es popular por su estética y puestas en escena relacionadas con el arte pop o la tropicalia. Y ha recibido buenas críticas en su país a pesar de su excentricidad. Para la versión audiovisual de esta historia, Sastre cuenta con la bella actriz uruguaya Natalia Oreiro. Bien admirada por las latitudes sur, y que reside en Argentina. Pero también con Rossy de Palma, como presentadora de un loco programa de televisión, “Todo por un sueño”, o con la célebre Jeannette Rodríguez, la inimitable actriz de la telenovela “Cristal”.

Oreiro interpreta a una chica que, a pesar de tener 30 años, sigue luchando por convertirse en una famosa. Sin embargo, en su pueblo natal lo único que puede lograr es el título de Miss Tacuarembó. Pero ya en Buenos Aires, ya algo decepcionada con la realidad, comienza a trabajar en un parque temático de carácter religioso, en el que vive escenas tan locas como un encuentro con Jesucristo en el que admira su elegancia a la hora de vestir y él responde “Claro, soy el hijo de Dios”.

Su vida cambiará a través del programa de nuestra Rossy de Palma, en el que podrá reencontrarse con su madre y por el cual sus viejos sueños comenzará a aflorar de nuevo. Una locura en su conjunto que fue presentada en Argentina en 2010 como una cinta con elementos propios de la “comedia musical de aspecto musical religioso” y con detalles típicos de una “comedia romántica costumbrista”. Con características de “thriller” y que también podría ser considerada como un “videoclip”. Para entender todo esto bien merece la pena acercarse por el cine

Fuente ::Lucía MesadoImagen ::Miss Tacuarembó

Fuente: http://mundocine.com/cine/miss-tacuarembo-101706

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El cine español es uruguayo

RUTH TOLEDANO 13/05/2011

Y un poco argentino. Es decir, el cine español es latinoamericano. Y un poco español, pero lo justo. I'm so sorry, Spain, pero esto es lo que pasa por ser different desde tiempo inmemorial. Menos mal que la memoria es caprichosa, libérrima, testaruda, y lo que nos pasó aquí puede recordarlo un chaval uruguayo y hasta una chica de ficción. Sí, lo que pasaba en los 80 en el barrio de Argüelles o en el Pinar de Chamartín estaba pasando en Uruguay; concretamente, en el pueblito de Tacuarembó. Doy fe. Y de fe estamos hablando, creedme: lo comprobaréis cuando vayáis a ver Miss Tacuarembó, primera película del artista uruguayo Martín Sastre, que acaba de recibir en la sección Zonacine del Festival de Málaga sendos premios a la mejor película y al mejor guión. No es para menos. Que tomen nota los responsables civiles de las películas españolas que, con su querencia por los géneros de la astracanada torrentil o de un ya tedioso guerracivilismo, han empujado a los espectadores a coger el sentido contrario al de las salas de cine, por no hablar del camino de enmedio en el que cargas y descargas sin tener que moverte del sofá, ya me entiendes.

Llega, pues, Miss Tacuarembó a devolvernos las ganas de tirar por la calle Luchana a sentarnos en una sala oscura, las ganas de no apartar la vista de una pantalla grande mientras te llenas la boca y la pechera de montones de palomitas (oh my god!). Eso hicimos en su preestreno en el cine Palafox, donde está en cartelera la mejor película del actual cine español. Un poco española también es, ya que ha sido coproducida por CoolShot, productora española especializada en cine publicitario cuyo debut en el largometraje, de las manos ejecutivas y directivas de Jesús Corredera y Eva Marciel, no podía ser más certero. Basada en la novela homónima del escritor y músico tacuaremboense (¡!) Dani Umpi, Miss Tacuarembó es también la primera película escrita y dirigida por Sastre, cuya brillante e intensa trayectoria en el videoarte le ha valido el reconocimiento internacional y su participación en bienales internacionales en La Habana, São Paulo y Venecia. En 2004 recibió el Primer Premio ARCO de la Comunidad de Madrid para Jóvenes Artistas y en 2008 el Premio Faena al Arte Latinoamericano por su vídeo Qué pretende usted de mí, un mensaje de la Argentina al Fondo Monetario Internacional. Si al genio de enfant terrible de Sastre le unimos el talento deslumbrante de las actrices Natalia Oreiro y Mirella Pascual, la presencia iconográfica de Rossy de Palma y la música de Miranda!, tenemos asegurado el disfrute de una cinta que, en palabras de Sastre, "podía ser una comedia musical, un musical religioso, una comedia romántica o costumbrista, un thriller, una película, un vídeo clip, porque es todo eso junto. Posiblemente un multigénero audiovisual que podríamos definir como Comedia Pop".

Es una Comedia Pop, así, con mayúsculas, y a través de una multirreferencialidad que va de Cristo al culebrón Cristal, de las canciones de misa con guitarra a las de Flashdance con calentadores, de unos walkie-talkie de plástico rosa a un frasco rosado de Anäis-Anäis. Nuestra infancia, nuestra adolescencia, aquellos sueños: "las promesas triunfalistas de la era Reagan", dice Sastre, "en las que algún día todos podríamos ser famosos", aunque, como advierte en la película la ultracatólica mamá de esas diabólicas gemelas que representan todo lo odioso del mundo, la fama no sea una virtud cristiana. Qué deliciosamente irreverente es Miss Tacuarembó, qué valiente: "Cristo son los padres" y también alguien con quien se puede hablar y a quien se puede increpar (lo hace aquí la Natalia niña como lo hacía Pablito Calvo en la mítica Marcelino, pan y vino). No se puede comprender, más que desde la óptica de un temor caduco y cómplice con la oscuridad, que esta película tenga, como he oído, problemas de distribución por motivos religiosos. Ni se entiende que no haya recibido la más mínima subvención. Así nos va. Al cine español, quiero decir. Que luego no digan. Sorry.

Miss Tacuarembó es una comedia pagana (como la definió la periodista y pornófila Eva Roy, con quien tarareé en la butaca una canción de misa que emergió cual milagro de mi memoria). Es una película gay, como el amigo, del alma, lo es ("todos somos gais", zanja Rossy de Palma). Muestra en todo su esplendor la perversidad de la televisión, la basura moral de unos realities donde el sensacionalismo disfraza al drama. Y, como la vida misma, Miss Tacuarembó también lo es: un drama, un culebrón. Y además es una película vegetariana, como su director y como la protagonista. Dan ganas de decir con ellos: "Algún día el mundo será nuestro".

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Sin fe no hay catequesis

M. J. Lombardo | Actualizado 15.05.2011 - 05:00

Uruguay-argentina, 2010, musical cristiano, 92 min. Dirección y guión: Martín Sastre. Intérpretes: Natalia Oreiro, Diego Reinhold, Alejandro Tous, Sofía Silvera, Mirella Pascual, Rossy de Palma. Música: Ignacio Pérez Marín. Fotografía:Pedro Luque. Cines: Alameda.

No parece probable que la Conferencia Episcopal vaya a recomendar un filme como Miss Tacuarembó. Esta cinta uruguaya pone el dedo en la llaga antieclesiástica con tanto desparpajo satírico como soltura estilística a propósito de severas catequistas, parques de atracciones dedicados a Cristo homologados por el Vaticano y jóvenes de pueblo asfixiados por el ambiente con muchas ganas de salir al exterior aunque sea pasando por los concursos de belleza o los reality shows.

El primer largo de Martín Sastre tira de calentadores, muñequeras, walkie-talkies, telenovelas baratas y radiocasetes en los que suenan canciones de Flashdance para revisitar los años 80 con ese punto kitsch que forma ya parte de su encanto generacional. Una década de esplendor y miseria de la cultura pop que sirve como telón de fondo para hablar del desarraigo, la identidad o la necesidad de libertad desde una irregular y excesiva, aunque saludable, irreverencia lúdica y a través del reciclaje posmoderno de géneros y estilos, del musical petardo a la estética televisiva, que convierten este debut en un estimulante, desprejuiciado y a ratos bastante divertido ejercicio iconoclasta no apto para fans del academicismo, forofos de María Ostiz o aficionados a las peregrinaciones en grupo.

Fuente: http://www.diariodesevilla.es/artic[....]75643/sin/fe/no/hay/catequesis.html

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Ironiza, que algo queda

Y si Martín Sastre se hubiese atrevido, la ironía llenaría siempre la pantalla, y sin temer ni a la excomunión ni a las mamarrachadas que dirán los “bien pensantes” de turno.

Porque Miss Tacuarembó quiere ser una burla ácida, pícara, necesaria, algo hortera, de toda esa sociedad pusilánime, plegada a las prácticas y mandamientos de ese catolicismo retrógrado, aún tan de moda, nos guste o no; y aquí plasmado en el terrible y realista personaje de Cándida, la catequista, con dos hijas tan odiosas como reales.

En una pequeña localidad de Uruguay, Tacuarembó ―que bien podría ser otra, en cualquier lugar occidental, digamos―, vemos a Natalia y su amigo Carlos, y el ambiente del colegio, familiar, y de catequesis, que les cerca y les presiona. Ajenos a todo, ellos montan coreografías inspiradas en Flashdance, porque Natalia quiere llegar a estrella de musicales; si bien, en el fondo, y hasta en la forma, se identifica con la protagonista de Cristal, la telenovela por excelencia.

Al margen de que Natalia habla con el Crucificado, que dice que le ha traído la televisión “a color”, y le pide de todo, también dice que los personajes de Cristal la ven; y de esa manera se van formando sus fantasías, que se cumplirán cuando se vaya de Tacuarembó. Con su amigo Carlos llega a Buenos Aires para trabajar como animadores en el parque temático Cristo Park. Allí encuentran, en carne mortal, al santo de su infancia, san Expedito, vestido todo él de romano, atractivo y resultón, del que se enamoran.

Es en este Cristo Park, audaz e irónico en sus irreverencias, donde tiene lugar lo mejor de la película, con el personaje que encarna Rossy de Palma con tanto aplomo y naturalidad, como pasado de gesto y voz hasta el delirio, al verse involucrados en un reality show digno de nuestras televisiones privadas, pero éste de Rossy más libre e irónico. Y en el Todo por un sueño, el programa estelar, se dan de bruces con las ilusiones, las maldades, los recuerdos, la hipocresía, la imaginación…

Aquí hacía falta un Arcipreste de Hita para dar más entidad y virulencia al guión, y hasta para filmarlo. Y es por lo que decíamos al principio: Martín Sastre se queda algo corto, por mucho que el Cristo, como habiendo descendido de la cruz, baile con Natalia y la aliente a conseguir sus sueños, y la prefiera a la beata Cándida ―¿habrán leído el villancico de Gloria Fuertes? ―; porque entendemos que es necesario un ajuste de cuentas con las interesadas falsedades que quieren inculcarnos.

Aunque en esto sí que el padre Clever parece la excepción que confirma la regla. Lo que nos lleva al convencimiento de por qué pretendían prohibir que Miss Tacuarembó se exhibiese en el Festival de Málaga ―donde consiguió los premios a mejor película y mejor guión―. O sea, con la iglesia hemos topado. Claro que les molestan sus imágenes ―¿recordáis Jesucristo Superstar?―, y más las intenciones; y aún más que los espectadores estén de acuerdo con la ironía, la sátira… Poner a cada cual en su sitio.

Lo estamos. Entre otras cosas porque la película está contada con bastante acierto, sentido del humor y compasión hacia los débiles. Y porque tiene la suficiente dosis de humildad para que disfrutemos con Miss Tacuarembó y disculpemos algunas torpezas narrativas, más en la primera media hora; y que al final el saldo sea muy bueno. Para que sea así, ayudan con su estupenda interpretación todos y cada unos de los actores, en especial Natalia Oreiro y Rossy de Palma, como ya dijimos.

Dejemos a un lado prejuicios absurdos y veamos Miss Tacuarembó como resultado de una ópera prima hecha con talento, hábil sentido del humor y consecuente con la iniciación a los sueños y a la vida que todos tenemos. Recomendable para curar ridículas y mendaces telarañas: incita a ver más cine intencionado.

Escribe Carlos Losada

Fuente: http://www.encadenados.org/nou/sin-perdon/miss-tacuarembo-3

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Miss Tacuarembó

Miss Tacuarembó es un filme inclasificable, una parodia intencionadamente grotesca con musical incluido de regalo, una especie de versión kitsch de todas las películas a propósito de sueños inalcanzables que finalmente fueron posibles.

Escrito por Jesús Díaz de Lope

Miss Tacuarembó es un filme inclasificable, una parodia intencionadamente grotesca con musical incluido de regalo, una especie de versión kitsch de todas las películas a propósito de sueños inalcanzables que finalmente fueron posibles porque el destino es muy majo o porque el sueño americano está cuando aparece la cámara. La radicalidad posmoderna y todos los excesos cometidos por Martín Sastre hacen que la película quede algo desequilibrada, pero no por ello invalidada. Es complicado discernir si una película es buena o mala cuando se salta todas las reglas, pero sí está claro que merece la pena verla.

En la ciudad uruguaya de Tacuarembó hay una niña que sueña con coreografías de Flashdance y Parchís, cantar y ser famosa y que Cristo mate a «la gremlin» que considera que su ídolo, Cristal, la protagonista de la telenovela homónima, es una prostituta. Y entre tanto unos cuentos números musicales, algún videoclip ochentero, un empleo en CristoPark -el único parque aprobado por el Vaticano-, un amigo homosexual, un concurso televisivo dirigido por una histriónica Rossy de Palma, el Jesucristo más corrosivo desde La vida de Brian y mucho pitorreo.

No siempre se pone en valor un objeto cinematográfico no identificado, pero si hacen el esfuerzo se reirán a carcajada limpia, siempre y cuando tengan en cuenta que es una exagerada parodia. La meta narración es permanente, especialmente la que hace referencia a las malas malísimas de cara acartonada que aparecen en todas las telenovelas venezolanas, la que hace referencia a las comedias norteamericanas con exceso de azúcar y gay de propina para cumplir cuota (y fabricar el tópico), la que hace referencia a la telebasura, la que hace referencia a los horteras videoclips ochenteros, la que hace referencia a Jesucristo Superstar… En suma, no es una película apta para mojigatos, gente falta de humor o individuos con un bagaje cultural alejado del mundo referencial de Miss Tacuarembó, que al fin y al cabo es el mundo en el que vive su protagonista.

Fuente: http://sisifo.es/2011/05/miss-tacuarembo/

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Buena Crítica en España para la Película de Natalia Oreiro, “Miss Tacuarembó”

Artista de la videocreación de largo recorrido, el uruguayo Martín Sastre, afincado en España, abrió su discurso construyendo un personaje de sí mismo a partir de materiales reciclados y la inspiración rosa del canal “E! Entertainment”. Desde entonces, su obra ha jugado al choque de iconos pop con un discurso político centrado en los márgenes de la globalización.

Miss Tacuarembó”, su explosivo primer largo -adaptación de una novela de otro agitador: Daniel Umpi-, es un excéntrico musical católico y gozosamente kitsch que prolonga su discurso en el terreno del arte.

De hecho, el punto de partida del proyecto es una pregunta que podría haber encabezado una de sus video-creaciones: ¿Qué pasaría si Madonna hubiese nacido en Uruguay?

“Cristo Park”, una reducción satírica del parque temático bonaerense “Tierra Santa”, es el escenario del climático ritual de auto-afirmación de su protagonista, una Natalia Oreiro tan creyente en la telenovela “Cristal” como en un Jesucristo bailón.

El Mesías de una teología privada capaz de formar una tonificante chorus line con un grupo de monjas: la escena podría ponerle los dientes muy largos al mismísimo Mel Brooks.

La emisión de un reality presentado por Rossy de Palma actúa como desencadenante de un caleidoscopio de recuerdos que culminará en espectaculares estallidos de justicia divina.

En su paso por el festival de Málaga, la película suscitó la polémica entre los afectos al integrismo de sotana: equivocaron su objetivo, porque, lejos de la feroz iconoclastia de Buñuel, esta comedia tan luminosa como heterodoxa, comparable a la irrepetible “Fotos” (1996) de Elio Quiroga, es, sin lugar a dudas, la obra de un creyente… en el poder redentor de las canciones de “Flashdance”, los temas de Parchís y los culebrones y en el universal derecho a la fama, entre muchas otras cosas. (EL PAÍS de MADRID)

Fuente: http://www.urushow.com/buena-critica-en-espana-para-la-pelicula-de-natalia-oreiro-%E2%80%9Cmiss-tacuarembo%E2%80%9D/

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Os propongo un cóctel molotov de versiones kitsch del mundo contemporáneo: Cristo + synthpop mariconista + la telenovela Cristal + el look de Jennifer Beals + El diario de Patricia + los concursos de belleza + el videoclip colorinche. Por esos derroteros se pasea Miss Tacuarembó, primer ejercicio largo de Martín Sastre, reputado videoartista uruguayo y provocador profesional del mundo audiovisual. La cima del horterismo y una reivindicación tan petarda como contestataria tanto al mundo religioso (es una obsesión de Sastre: ya en sus Masturbated Virgins de hace diez años se mostraba especialmente interesado en el mundillo de Cristo y sus colegas) como al aconfesionalismo militante. Wow.

Los años ochenta han hecho mucho daño a la juventud que crecía en aquella época. Entre ellos, a Natalia, una niña de provincias que creció pegada al televisor uruguayo soñando con convertirse en la versión ficticia (¿existe alguna real?) de Jeanette Rodríguez en Cristal, coreografiando sus recreos y sus tiempos de ocio a ritmo de Flashdance y la etapa más provocadora de Madonna y Prince junto a su amigo del alma. La misma niña que añoraba convertirse en una estrella global se encuentra con treinta años vapuleada por la vida, frustrada y con un sentimiento de fracaso tremendo, currando en Buenos Aires (“la gran ciudad”, como decía de pequeña) en un parque de atracciones con temática religiosa (Cristo Park: la versión real de aquel parque de atracciones ideado un día por Ned Flanders en Los Simpsons) junto a aquel mismo amigo y con una sola cosa que “reluce” su currículum: aquella coronación como miss de su pueblo cuando cumplió dieciocho años. Sus anhelos, vítores y sueños pasan, ahora mismo, por encontrar el amor y, por qué no, por encontrar aquella oportunidad que siempre se le rechazó.

Miss Tacurembó, al fin y al cabo, es casi un trabajo a coro entre videoartistas y músicos argentinos y uruguayos que transforman un guión diminuto, surrealista y con mucho de teatro del absurdo en un compilado de grandes frases, videoclips y provocaciones y pequeños papeles que rodean el protagónico todopoderoso de una Natalia Oreiro que, parcialmente, se redime de sus fantasmas en el mundo de la serie televisiva argentina edulcorada con un trabajo que tiene tanto de cine independiente como de comedia latina feísta. Sastre parte la pana del guión junto a Dani Umpi (músico uruguayo militante de la misma escena que Miranda!, Emmanuel Horvilleur, Adicta, Lucas Martí o Javiera Mena, entre otros) y reúne un reparto en el que se permite cameos (algunos con más otros con menos sitio en la película) de una pletórica y renacida Rossy de Palma (ya era hora), Jeanette Rodríguez interpretándose a sí misma (siempre lo ha hecho), Ale Sergi (cantante y compositor de Miranda! y creador de las canciones originales de la película: especial mención a El perfume del amor y Ten fe, con unos estribillos impresionantes y una letra desternillante), Graciela Borges (en un papel mudo de pija reina) o Mike Amigorena (una de las últimas pequeñas estrellas de la TV argenta) sin sonar pretencioso ni meter papeles con calzador, sino más bien lo contrario. Pura ironía, petardeo y perfectas maneras para comenzar en el mundo del cine convencional desde una perspectiva rompedora, agitadora e incuestionable bien resuelta para un Sastre que, nuevamente, no decepciona.

Fuente: http://www.notodo.com

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"Miss Tacuarembó", extravagancia kitsch católica

Miss Tacuarembó es de esas películas imposibles de clasificar. Primero porque se mueve en el terreno del musical y de la comedia, pero no se queda en ninguno de los dos, y segundo porque está narrada en tres estados temporales a los que el director nos obliga a saltar de forma un tanto arbitraria.
Adaptación de la novela homónima del singular artista uruguayo Dani Umpi –músico, escritor, dibujante y performance– , la película intenta aproximarse a las ambiciones musicales de la joven Natalia que, acompañada siempre por su mejor amigo Carlos , se debate entre la devoción a Jesucristo –a quien culpa de la llegada de la televisión en color a su hogar- y sus fascinación por ídolos de la canción tan divergentes como pueden ser Madonna o Parchís. La puesta en escena de Miss Tacuarembó se mueve entre el mundo naif de su protagonista –trabaja en un parque temático consagrado al culto católico llamado Cristo Park– y la irregularidad de un guión que salta de etapa en etapa y de momento en momento creando una confusión que terminar por lastrar a la propia película.
Martín Sastre, director y guionista que debuta con este largo, ha elegido quizá el camino más difícil, intentar adaptar los mundos tan singularmente extravagantes y personales de Dani Umpi. El resultado disfruta y padece al mismo tiempo de esa complicada conjugación kistch que es fundir en un solo producto un universo pop tan sumamente variado: desde la ingenua visión del catolicismo, pasando por la inspiración musical ochentera –en la que el Flashdance de Irene Cara ocupa una parte fundamental– y terminando en la mitificación de las telenovelas, encarnada aquí en Jannette Rodríguez, protagonista de Cristal y de la que la Natalia de la película adopta su nombre artístico.
Divertida por momentos, Miss Tacuarembó se entiende más como una serie de postales irregulares que como producto completo. Su protagonista, Natalia Oreiro, que además da vida a otro de los personajes de la historia, encaja perfectamente en este extraño papel. Entre sus protagonistas la presencia de una estilizada Rossy de Palma y del también español Alejandro Tous.

Fuente: http://d-cine.blogspot.com/2011/05/miss-tacuarembo-es-de-esas-peliculas.html

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Crítica de "Miss Tacuarembó", ópera prima de Martín Sastre

Se estrena en España en este mayo lleno de muchos estrenos esta cinta uruguaya que cuenta la historia de Natalia, una chica de treinta años de la bella ciudad norteña uruguaya de Tacuarembó que siempre ha tenido el sueño de ser artista, desde bien pequeñita, de dedicarse al mundo de la farándula. Y por eso va de casting en casting y de prueba en prueba para que alguien descubra sus valores y convertirse en lo que más quiere en este mundo. Sus méritos son que sabe cantar bastante bien y que baila estupendamente, y que de más joven fue nombrada Miss Tacuarembó, esa su ciudad natal. Y el espectador será el testigo de sus aventuras para llegar a conseguir el éxito.

Miss Tacuarembó, una comedia musical del artista Martín Sastre

De esto trata la primera cinta del uruguayo Martín Sastre, un joven nacido en el 76 que no sólo es cineasta sino también un artista que trabaja con vídeo, fotografía, escultura y dibujo, y que es uno de los artistas más representativos de su generación, es un tipo a tener en cuenta.

Fuente: http://www.suite101.net/content/critica-de-miss-tacuarembo-opera-prima-de-martin-sastre-a53938

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Patinazo a la gloria    

«La filosofÍa barata de las películas baratas ayuda a la gente. Porque la gente no vive vidas grandes y profundas. La gente, por desgracia, o por suerte, vivimos vidas baratas», decía uno de los personajes de La máquina de bailar (2006). Algo parecido le sucede a la protagonista de Miss Tacuarembó (2010), el prometedor debut en la ficción cinematográfica de Martín Sastre (Montevideo, 1976), formado en la video-creación: Natalia (Natalia Oreiro) es una joven que recuerda cómo creció junto a su amigo Carlos (Diego Reinhold) bajo la influencia de Flashdance (Adrian Lyne, 1983) y la telenovela Cristal (1985), deseando abandonar algún día la pequeña ciudad de Tacuarembó para convertirse en una estrella. Sin embargo, ahora ambos malgastan su talento en Cristo Park, el único parque temático religioso aprobado por el Vaticano. Un día, Natalia decide presentarse al casting de un nuevo reality show, Todo por un sueño...

Como el film de Óscar Aibar y Jimina Sabadú, Miss Tacuarembó hace pensar en las películas de baile de los años 80, variante superación personal, al estilo de Footlose (Herbert Ross, 1984) o la citada Flashdance (de hecho, el famoso tema de Giorgio Moroder, Keith Forsey e Irene Cara «Flashdance… What a Feeling», perteneciente a la hortera cinta de Lyne, abre y cierra el relato), pero muy pronto se impone como un brillante y descarado pastiche, moviendo explícitas citas a los
llamados culebrones, las canciones de Parchís, los productos de Hello Kitty, el cine de John Hughes y Tim Burton o el universo Disney. Puede que tampoco sorprenda a quien conozca la trayectoria de Martín Sastre, ya que todo ello conecta con la crueldad frívola y pop con las que el uruguayo ha desmontado la cultura de masas de las tres últimas décadas en piezas como The E! True Hollywood Story, The Iberoamerican Trilogy, Isabel Sarli-FMI, Tango con Obama e, incluso, el vídeoclip para Fangoria de «La mano en el fuego», que ya planteaban una estética asumidamente artificiosa y kitsch e incluían personajes como el del Hada Madrina o Sor Kitty (aquí entrevista fugazmente entre el personal del Cristo Park). La innovación, o lo realmente llamativo, de Miss Tacuarembó reside en la facilidad con que su director asimila tantos referentes, y en apariencia tan distintos, hasta las últimas consecuencias, consiguiendo, de ese modo, una extraña y sorprendente coherencia, un tono homogéneo.

«La cámara es un objeto que miente», escribió Glauber Rocha. Por ello, no es de extrañar que, basándose libremente en una novela del músico y artista uruguayo Dani Umpi, Miss Tacuarembó muestre la historia de Natalia y Carlos como un engañoso cuento de hadas que apela a todas esas referencias, pues los dos amigos se aferran, aun con treinta años cumplidos, a la magia ensoñadora de la televisión (1), considerada por la joven como un regalo de Cristo (sic). Pero tras la magia siempre hay truco, como demuestra la estructura en diversos flash backs, de ahí que sobre sus imágenes floten las sombras de El mago de Oz (The Wizard of Oz, Victor Fleming, 1939) y La Cenicienta (Cinderella, Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Luske Hamilton, 1950). Lo hacen en varios momentos: la figura de Cándida López (interpretada por la propia Natalia Oreiro), que frente a la visión íntima y muy personal de la religión de Natalia y Carlos (2), representa el fanatismo que convierte la vida en Tacuarembó en algo mediocre y gris, remite expresamente al diseño de la madrastra en el film producido por Walt Disney; además, la rígida Cándida tiene dos hijas gemelas tan insufribles como las hermanastras de Cenicienta y, en un importante momento del film, Natalia conversa con su ídolo Cristal (es decir, con Jeannette Rodríguez), que se le aparece (3) vestida y peinada como Glinda, la Bruja Buena del Norte. La referencia a estos títulos no es ociosa, habida cuenta del efecto de la fantasía sobre la vida cotidiana y, claro está, la memoria de la protagonista, quien no ha logrado cubrir el vacío entre las experiencias internas y la así llamada «realidad». Mediante su labor de puesta en escena, Sastre multiplica el juego de espejos y remarca la influencia de las telenovelas –Natalia Oreiro es conocida por haber protagonizado algunas de gran éxito–, de igual manera que algunos de los fragmentos musicales, que ponen de relieve o celebran musicalmente los sueños y anhelos de Natalia, comparten los colores pop de las últimas películas de Tim Burton. 

Miss Tacuarembó resulta, también, un film desequilibrado e imperfecto, lo cual realmente no importa, porque es uno de los más interesantes de la última producción hispanoamericana en virtud de esa mirada muy particular de la religión, entre respetuosa y al mismo tiempo irreverente: «Una película de amor termina siempre bien / La vida, sin embargo, no / Hay que ayudarla con un poco de fe», canta la monja interpretada por Leonor Courtoisie. De ese modo, Miss Tacuarembó termina erigiéndose en una alegoría sobre el choque entre la fantasía y el horror cotidiano, una especie de salmodia lunática y gozosamente freak que nos dice que «básicamente, estamos solos, pero tenemos los sueños, aunque sean de mentira» (4) y oculten, asimismo, nuestras propias pesadillas.

(1) La televisión de los 80, porque como dice Natalia tras salir del casting de Todo por un sueño: «Odio los “realities”. Odio todo lo que tenga que ver con los 90».

(2) En cierto modo, muy similar a la de Mary Katherine Gallagher (Molly Shannon) en la infravalorada Superstar (Bruce McCulloch, 1999).

(3) Igual que hacía Humphrey Bogart con Woody Allen en Sueños de seductor (Play It Again, Sam, Herbert Ross, 1972) o Elvis Presley con Christian Slater en Amor a quemarropa (True Romance, Tony Scott, 1993).

(4) Pablo Vázquez, crítica del film en la revista digital «La Paz Mundial».

Uruguay-Argentina-España, 2010. Director: Martín Sastre. Productores: Carlos Mentasti, Diego Robino y Jesús Corredera. Producción: Oriental Films, Royal Cinema Group, cool/Shot Films. Guión: Martín Sastre, según la novela de Dani Umpi. Fotografía: Pedro Luque, en color. Dirección artística: Gonzalo Delgado. Música: Ignacio Pérez Marín. Montaje: Sebastián Dubé. Duración: 92 minutos. Intérpretes: Natalia Oreiro (Natalia Prato/Cándida López), Mike Amigorena (Jesucristo), Rossy de Palma (Patricia Peinado), Mirella Pascual (Haydée Prato), Alejandro Tous (Padre Clever), Jeannette Rodríguez (Cristal), Graciela Borges (Gloria Marlene Cortiño), Diego Reinhold (Carlos), Sofía Silvera (Natalia Prato, niña), Mónica Villa (Mónica), Melina Petriella (María Noel López)          

Fuente: http://www.dirigidopor.com/dirigidopor/Dirigido_Critica.html

Fotografia por Merrick (Spinnin 2007)