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2007 alejandro-tous.es

Luisa Martín: “A la señora Conway la comparo últimamente con la duquesa de Alba”

Domingo, 15 de Enero de 2012 00:00

luisa martín actriz

entrevista de maría jesús rico

­­Luisa Martín interpreta en los escenarios a la señora Conway, la matriarca de una familia de la alta sociedad inglesa que vive con su familia dos noches muy diferentes: una en 1919, recién terminada la I Guerra Mundial, y otra en 1937, cuando se avecina otro conflicto bélico impredecible. La estructura de esta obra que escribió John Boynton Priestley en 1937 viaja a una y otra época, produciendo un curioso efecto en la percepción del tiempo. La versión que ahora gira por España, adaptada por Luis Alberto de Cuenca y Alicia Mariño, tiene un inusual elenco –para tiempos de crisis– de diez actores. A Martín la acompañan Nuria Gallardo, Alejandro Tous, Juan Díaz, Chusa Barbero, Deborah Izaguirre, Ruth Salas, Alba Alonso, Román Sánchez Gregory y Toni Martínez. La actriz contesta desde el camerino del teatro Rosalía de Castro, en A Coruña, ya maquillada –“tardo tres cuartos de hora antes de empezar la función”–, donde actuaba el viernes y también ayer. Hoy lo hace en el Jofre, en una representación que comenzará a las 19.30 horas.  
—La obra transcurre en dos noches separadas por 18 años, en 1919 y en 1937. Pese a la distancia en el tiempo, se destaca de ella sus similitudes con la actualidad. ¿Por qué?
—Se habla de una crisis económica importante que sufre toda Europa en ese período de entreguerras. Al terminar la I Guerra Mundial todo el mundo estaba ilusionado, tenía muchas expectativas, y posteriormente se descubre que no, que no ha ido tan bien como se esperaba que iba a ir y estamos a punto de empezar, en el segundo acto, otra guerra mundial, con las preocupaciones que eso conlleva, sin haberse recuperado casi de la primera.
—¿Deja un poso pesimista?
—Eso depende de cada uno. A mí no. Yo soy muy optimista y siempre pienso que el porvenir y el futuro de cada uno lo tiene que dirigir cada uno. Las riendas de tu porvenir las tienes que tener tú. Hay quien hace una lectura pesimista de la función pero hay varias teorías. Priestley se inspira en Dunne, que dice que no existen el pasado, ni el presente, ni el futuro sino que cada uno lo vive a su manera y puede estar sucediendo todo simultáneamente. Hay quien dice que el segundo acto es un sueño de uno de los personajes que avisa de lo que puede suceder y otros que opinan que es lo que sucede en realidad, por eso el tercer acto es patético, porque se sabe ya el futuro de los personajes. Yo soy de las que piensan que se puede adivinar el futuro pero se puede cambiar, precisamente por adivinarlo, te pone sobre aviso.
—Entre el primer acto y el segundo se avanzan casi veinte años, y en el tercero se vuelve a retroceder. ¿Es un plus de dificultad para los actores?
—Es un reto especial porque en muy poco tiempo, en treinta o cuarenta segundos, hacemos el cambio de veinte años, pero la clave del teatro y de la interpretación es la repetición. Al principio lo más difícil en los ensayos es dar con credibilidad tanto los veinte años como los cuarenta o, en mi caso, tanto los cuarenta años como los sesenta. Eso es el reto al principio, pero una vez que está conseguido a través del trabajo y de mucho esfuerzo, luego lo único que te queda es disfrutar.
—¿Cómo es la señora Conway?
—Es frívola, es una mujer muy frívola a la que le gusta divertirse, vivir la vida intensamente y ser feliz. Le encanta la vitalidad y le encanta tenerla alrededor. Y es una mujer que se aferra a una forma de vida victoriana que no va a volver. Ya en 1919 está decayendo pero ella, incluso veinte años después, sigue queriendo mantenerla. Muchos interpretarían que es una mujer difícil pero yo creo que tiene las cosas muy claras y que cuando, en un momento determinado, a pesar de ser inglesa, la ponen en el disparadero, no duda en absoluto en decir lo que piensa. Últimamente yo la comparo un poco con la duquesa de Alba. Y me imagino que la reunión del segundo acto de la familia Conway podría ser, en gran medida, una reunión en casa de la duquesa de Alba con sus hijos. De la misma manera que a todos nos encandila esa mujer que es capaz de casarse cuando le da la gana, y bailar unas sevillanas, en la intimidad con sus hijos debe de ser difícil, que sea tu madre igual debe de ser difícil. Pues esto es un poco lo mismo.
—¿Es un papel similar a algún otro de su carrera?
—No. He hecho muchísimos tipos de papeles pero con este reto de salto temporal y con estas características no había hecho nada. Y la verdad es que estoy encantada de la vida.
—Lo disfruta.
—Lo estoy disfrutando como una loca.
—Esta función lleva ya varios meses de gira. Después de pasar por Galicia vuelve a Madrid. ¿Cómo reaccionan los espectadores? Ha comentado que le gustaría que los padres llevasen a sus hijos a verla.
—El público reacciona muy bien a la función, le gusta muchísimo. Yo he sugerido muchas veces que es una función muy buena para ir con hijos, sobre todo en edad adolescente, porque es ese momento de la vida en el que no sabes muy bien qué hacer. Y estamos viviendo, además, una época de una crisis inmensa, no sólo económica sino de valores, en la que parece que cualquier persona que quiera ser famosa lo puede ser, a cualquier precio; que cualquier persona que quiera triunfar puede triunfar, a cualquier precio; cualquiera que se quiera enriquecer se puede enriquecer, a cualquier precio. No hace falta que dé detalles porque con estas tres cosas ya sabemos a qué me estoy refiriendo. Esto, cuando tú lo pones encima del escenario, de alguna manera facilita el debate familiar. Yo sostengo, como Luisa Martín y como madre Conway, que en la vida, si tú tienes un sueño, tienes que luchar; si tienes una valía, hay que pelear por las facultades que uno tiene y por desarrollarlas, eso es lo más importante.
—Una lucha debe ser también sacar adelante una obra con diez actores en escena en los tiempos que corren.
—¡Eso es una heroicidad! Yo creo que a nuestros productores, tanto Juan Carlos Pérez de la Fuente como Rosario Calleja, se les puede tachar de locos, dos locos maravillosos del teatro, son dos héroes. Esta es la compañía más grande, de carácter absolutamente privado, que está rodando por España. Diez actores y cinco técnicos es una compañía muy grande con la que uno es muy fácil que se arruine. Desde luego tiene más dignidad arruinarse con el teatro que con el bingo, pero arruinarse, al fin y al cabo, es muy duro. A ellos les gusta el teatro y hacen lo que creen que tienen que hacer. En esta función, que yo he vivido muy codo con codo con ellos, porque yo he sido productora y lo soy cuando puedo, he visto que no han escatimado gastos ni en decorados ni en vestuario ni en absolutamente nada, lo cual es muy loable.
—Ha trabajado en televisión, en cine y en teatro. El teatro, ¿qué le da?
—Muchas cosas. La fundamental, la magia, la energía que viene del patio de butacas. Yo tengo enfrente a 600 personas que están dándome toda su atención, hay un diálogo interno entre lo que el público siente y lo que estás sintiendo tú, que solamente se experimenta cuando se hace encima del escenario. Pero también me da viajar. A mí me encanta ir tanto a las ciudades pequeñas como a las grandes, como a los pueblos, como a cualquier otro sitio que me sugieran porque allí donde te quieren ver, allí es donde hay que ir. Me encanta viajar, examinar y calcular cómo es cada tipo de público, y además te da la oportunidad de disfrutar de los paisajes, de la gastronomía, del clima... Yo lo tengo complicado porque tengo un hijo pequeño, tengo que grabar y mil cosas, pero aún así me compensa estar de gira y subirme a un escenario.

Fuente: http://www.diariodeferrol.com/index.php/periodico-impreso/ferrol/35019-ferrol-noticia


Fotografia por Merrick (Spinnin 2007)