Estreno de “Rhodéa”, nuevo corto del autor de los vídeos de ‘May feelings’
[María Martínez. CinemaNet]
Hace dos años, el primer vídeo de ‘May feelings’, animando a los jóvenes a rezar el Rosario, fue todo un éxito en Internet, y una inspiración para muchos vídeos similares. Un año antes, su autor, Santiago Requejo, con sólo 21 años, había presentado ‘Silencio’, un corto en el que daba voz a cuatro mujeres que habían sufrido un aborto provocado. El sábado 27 de noviembre, presentará su nuevo corto, ‘Rhodéa’, en los Cines Palafox, de Madrid. Debido a la expectación creada, habrá dos pases, a las 12.30 y a las 13.45 horas. Las entradas, que son gratuitas, se pueden pedir por correo electrónico a la dirección info[ARROBA]rhodeashortfilm.com. Santiago ha explicado ampliamente a CinemaNet su proyecto, y su visión sobre el cine y las nuevas tecnologías.
- ¿Cómo surgió y qué es ‘Rhodéa’?
Rhodéa nace en verano del 2008 en Los Ángeles, EE.UU., cuando me encontraba allí realizando unas prácticas en la productora “Metanoia Films”. Durante esos dos meses, y junto a mi amigo americano Joe Torres, ideamos lo que más tarde se convertiría en el cortometraje ‘Rhodéa’. El detonante que encendió el proyecto no fue otro que la ilusión fehaciente de dos amigos que querían hacer cine, contar historias a la gente, entretener,
ilusionar, emocionar. ‘Rhodéa’ (palabra griega que significa “el tallo de la rosa”) responde al mensaje que queremos transmitir: la capacidad de amar de una persona es directamente proporcional a su capacidad de sufrir. De esta forma, una rosa refleja visualmente este cometido. Por un lado, la flor de la rosa es de una belleza universal, pero ello es posible gracias a su tallo, y como sabemos el tallo de la rosa está compuesto de espinas. Por tanto, se podría decir que el tallo con sus espinas es el elemento fundamental para que la rosa adquiera su belleza. De esta manera, al igual que no se puede entender la rosa sin sus espinas, tampoco se puede entender el amor sin el sufrimiento que lleva aparejado. En esencia, ‘Rhodéa’, pretende reflejar una metáfora de la vida: afirmar el hecho de que la felicidad no depende de las circunstancias que vivimos, sino de cómo nos enfrentamos a ellas.
- La diferencia entre enamoramiento y amor… ¿un tema ignorado por la mayoría del cine contemporáneo?
En mi opinión, es un tema no sólo olvidado por el cine contemporáneo sino por la sociedad actual en general, en todos sus medios de expresión cultural. Creo que la gente confunde dos términos en uno, haciendo que la palabra amor pierda todo su significado. En definitiva, creo que la palabra ‘amor’ está devaluada. Por eso me parecía interesante aportar una visión sobre el amor. El amor es entendido como una virtud y, por ello, como una forma de expresión del ser humano, que debe crecer y madurar pasando por diversas etapas: desde la atracción física inicial y el deseo de conocer a esa persona (enamoramiento), hasta llegar a su máxima expresión, consistente en olvidarse de uno mismo para entregarse a la persona amada (amor). En este sentido, el amor no puede ser sólo entendido como un sentimiento que me empuja a querer estar con una persona, sino como la verificación en el día a día de la decisión de amar a esa persona. De este modo, el amor, o crece, o muere. Y en ese crecimiento, se va purificando y haciendo más perfecto. La purificación, que consiste en un proceso de limar asperezas, conlleva necesariamente el sufrimiento; pero no entendido como algo malo de lo que hay que huir, sino como un camino necesario para llegar a un amor purificado, que eleva la esencia del ser humano a su máxima expresión. Por eso, enamoramiento y amor van de la mano, no se puede entender el uno sin el otro. De esta manera el enamoramiento es la condición necesaria para que el amor surja; sin embargo no es suficiente. Se requiere un desprendimiento de uno mismo a favor de la otra persona.
- Uno de tus primeros trabajos fueron los vídeos de ‘May feelings’, ¿qué opinas de la revolución que causaron en Internet?
Conseguir un millón y medio de visitas por un trabajo realizado por ti es algo muy gratificante. Como director, saber que tu mensaje consigue llegar al público y calarle, es lo máximo a lo que pretendo aspirar.
- ¿Qué ha cambiado con Internet?
Internet ha revolucionado todos los sectores, y la industria cinematográfica no ha sido menos. Los costes de producción se han abaratado, los intermediadores ven su poder de negociación disminuir. El contacto con el público es directo. Cualquier persona, desde su ordenador, puede hacer un vídeo y éste poder verse en cualquier parte del mundo, en el mismo instante en que se ha subido a la red. Sin embargo, todos estos cambios se van produciendo en la industria estrictamente cinematográfica de un modo paulatino. Existen muchos intereses por medio, y conviene mantener una serie de “barreras de entrada” en el sector. Por ejemplo, el hecho de que la mayoría de las salas de cine del mundo exhiban las películas en celuloide (35mm) hace que los productores tengan necesariamente que hacer esa inversión; cuando sin embargo, es posible exhibir desde medios digitales, consiguiendo prácticamente la misma calidad.
- ¿Cómo crees que van a afectar estos cambios al cine?
Se trata de una moneda con dos caras. Por un lado, estos cambios provocan evidentemente una “liberalización de la creatividad”, en el sentido de que ahora, cualquier persona con talento puede demostrarlo y enseñarlo al mundo, y eso es algo muy bueno. Sin embargo por otro lado, las nuevas tecnologías hacen que la industria del cine tenga problemas para rentabilizar sus productos, debido a la piratería, descargas de Internet… por lo que las productoras y distribuidoras están buscando nuevas formas técnicas para seguir contando historias y atrayendo a la gente a los cines, como la utilización del cine digital y el cine en tres dimensiones.
- ¿Es más fácil ahora promover películas con unos temas y valores distintos a los que predominan en la gran industria del cine y la televisión?
La realidad es la que es, y sólo hace falta encender la televisión o ver la cartelera de cine para ver el tipo de películas que están exhibiendo. En principio, hacer películas que se salgan un poco de la ideología predominante en el cine actual es complicado. Pero, por otro lado, cada vez son más las personas con ganas de ver otro tipo de metrajes que digan otras cosas, que dejen otros mensajes. Es patente que existe una demanda cada vez mayor que se empieza a cansar de un cine frívolo sin contenido, por lo que, poco a poco, se va gestando un mercado que puede favorecer ese tipo de películas con valores.
- ¿Cómo combinar la distribución gratuita de vídeos y cortos que empieza a verse por Internet con el “ganarse la vida”?
El cortometraje, en general, se configura como una carta de presentación del autor que lo firma, es el camino necesario hacia el largometraje. En mi opinión debe verse como una inversión a largo plazo. Pretender ganarse la vida haciendo cortometrajes sería algo bastante poco sensato. La única vía de ingresos son los premios que se puedan obtener en los distintos festivales que hay en el mundo –los cuales no siempre son económicos– y depender de un jurado y de otro y otro para ganarte la vida, es algo bastante arriesgado.
- ¿Qué buscáis estrenando el corto en unos grandes cines?
Sobre todo, tener la experiencia aunque solo sea por un breve período de tiempo, de tener el contacto directo con el público. Una sala de cine tiene algo mágico. Si no es lo mismo ver una película en el cine que en el salón de tu casa, con el cortometraje pasa lo mismo, y con ‘Rhodéa’ quizás más, ya que todo el diseño de producción estuvo orientado a la proyección en la gran pantalla. Nunca será igual ver ‘Rhodéa’ en un ordenador que en un cine. Además queremos ver la reacción del público asistente ante el proyecto. En ese momento, da igual el esfuerzo que hayas hecho o el tiempo que le hayas dedicado. El resultado está ahí y eso es lo que hay que juzgar.
